Semejante a la “veeduría de comunicación” sobre la que trató la anterior entrega de esta columna, pero acaso algo más radical, está surgiendo ahora rápidamente en varios países otro esquema de control social de la comunicación masiva. Es el “observatorio de medios”, formato que ve con reservas al mecanismo regulatorio estatal y recela de los mecanismos de autorregulación periodística porque los halla ineficaces ya que no cree que puedan ser imparciales. Fue propuesto y está siendo internacionalmente impulsado por Ignacio Ramonet, director del afamado periódico mensual francés Le Monde Diplomatique, que tiene una edición boliviana.
Ramonet es hoy probablemente el crítico más severo y franco de los medios masivos de comunicación —
especialmente en cuanto a los grandes monopolios multimediáticos— comenzando por los de la propia Europa y por los de Estados Unidos de América. “Los medios —estima él— están funcionando de tal manera que hoy día ya no son un corrector de los poderes, no son un moderador de los poderes; hoy día están funcionando como un poder suplementario. Y están funcionando además como la argamasa del poder dominante. Hoy el poder dominante es el poder económico y el cemento de ese poder económico es el